Traten de Despertar
TRATEN DE DESPERTAR
Traten de despertar
y acompáñennos
campanas que han olvidado su sed de espacio,
arcoiris en dónde quería vivir una niña,
tardes que pasábamos en el tejado de zinc
leyendo a Salgari y a Julio Verne,
tardes como las sandías que poníamos a enfriar
en el río,
como los pies desnudos de los niños que
caminaban por los rieles del desvío
al aserradero,
como el beso de la muchacha en la penumbra
de la bodega triguera.
Acompáñennos,
rechinar de las mariposas de hierro,
veletas quejumbrosas,
cielo de la hora de la novena
tan cercano que pronunciar un nombre
podría romperlo,
cielo en donde se hundían las palomas cansadas
de la iglesia.
Acompáñennos
a nosotros que hemos visto al sol
transformarse en un girasol negro.
A nosotros que hemos sido convertidos
en hermanos de las máscaras muertas
y de las lámparas que nada iluminan
y sólo congregan sombras.
A nosotros
los desterrados en un lugar en donde nadie
conoce el nombre de los árboles,
donde vemos todo próximo amor
como una próxima derrota,
toda mañana
como una carta que nunca abriremos.
Acompáñennos,
porque aunque los días de la ciudad
sean espejos que sólo pueden reflejar
nuestros rostros destruidos,
porque aunque confiamos nuestras palabras
a quienes decían amarnos
sin saber que sólo los niños y los gatos
podrían comprendernos,
sin saber que sólo los pájaros y los girasoles
no nos traicionarían nunca,
aún escuchamos el llamado de los rieles
que zumbaban en el medio día del verano en que
abandonamos la aldea,
y en sueños nos reunimos para caminar
hacia el País de Nunca Jamás
por senderos retorcidos iluminados
sólo por las candelillas y los ojos encandilados
de las liebres.
Del libro "Poemas del país de nunca jamás",
colección "El Viento en la Llama", 1963.
Jorge Teillier, poeta chileno.
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